Siempre he experimentado una tendencia a sentir angustia con facilidad. Cualquier situación puede alterarme y llenarme de inquietud. Incluso algo tan simple como que mi hijo mayor no responda a un mensaje en WhatsApp actúa como un desencadenante que perturba mi sistema nervioso, llevando a mi mente a elaborar escenarios trágicos.
Nuestro mundo está saturado de actos violentos y un aumento en la maldad y la crueldad. Las noticias sobre conflictos y asesinatos parecen estar constantemente en la vanguardia. En medio de esta ola de violencia, es comprensible que nos preocupemos intensamente por la seguridad de nuestros hijos.
Como mujer de fe cristiana, siento la responsabilidad de recordarle a mi espíritu que el Señor está al mando de mi hogar y que nada puede afectarnos sin el permiso de su soberanía. Mantener presente que el control celestial prevalece brinda serenidad a mi corazón.
Afrontar y superar el miedo es un proceso con el que aún lucho; los temores y la ansiedad persisten. Sin embargo, en medio de estos momentos, refuerzo mi ser con las enseñanzas del Señor. La Palabra divina actúa como un bálsamo para mis angustias, acallando las voces tumultuosas de mi mente. Como el salmista expresó, cuando el miedo me acorrale, encuentro refugio en Dios. Siguiendo ese ejemplo, yo también encuentro refugio en el Señor.
A ti, amiga o hermana que lees estas palabras, cuando te encuentres sumida en la angustia, busca refugio en el Señor. Busca Su presencia a través de la oración y recuérdales a tus pensamientos que el Protector nunca duerme. La angustia puede ser un estado del alma extremadamente doloroso y desesperante. Muchas personas caen en la depresión al no poder sobrellevar esta presión, y algunas incluso recurren a medicamentos para tranquilizar sus mentes. No obstante, nosotras tenemos el antídoto para nuestra angustia: la Palabra de Dios. Esta Palabra actúa como nuestra brújula, evitando que nos perdamos en la deriva, arrastradas por los vientos intensos del sistema.
Es por eso que debemos otorgarle la importancia debida a la Palabra, ya que en ella se encuentran las prescripciones para la angustia. Si eres como yo, propensa a angustiarte fácilmente, te animo a que renueves tus pensamientos con la verdad que emana de la Palabra. Nuestra identidad en Cristo no garantiza una vida exenta de problemas o dificultades; lo que sí garantiza es que el Señor cuida de mí y de los míos, manteniendo a mi familia bajo Su resguardo.
Descansa en el Señor y descarga ante Él todas tus preocupaciones, humillándote en oración. Recuerda que Él es el Dios que todo lo ve. Que las bendiciones de Dios te rodeen, protegiendo tu mente y corazón. Te dejo con este versículo que ha sido un refugio en mis momentos de angustia.
Este pobre clamó, y le oyó Jehová, Y lo libró de todas sus angustias. salmos 34: 6.