En esta era digital, soy una de las personas que busca inspiración en las redes sociales para casi todo: ideas para atuendos, decoración del hogar, tutoriales de limpieza y muchas otras cosas más.
En este mundo consumista y siempre cambiante, es evidente que valoramos estar al día con las últimas tendencias. Encontramos una amplia gama de productos diseñados para hacernos sentir más jóvenes, hermosos o para fortalecer nuestro cabello, entre muchas otras cosas.
La sociedad, cada vez más, abraza campañas de marketing que promueven productos que prometen mejorar nuestra apariencia física.
Sin embargo, en esta búsqueda constante de bienestar y juventud eternos, a veces descuidamos nuestro estado espiritual. No digo que cuidar de nuestro bienestar físico esté mal, pero cuando no tenemos una identidad sólida en Cristo, podemos ser arrastrados por la marea de las preocupaciones mundanas.
Personalmente, como alguien que disfruta buscando ideas para mi hogar en las redes sociales, me he sentido tentada a seguir el camino de recomendar productos. Pero como creyente y mujer que presenta sus decisiones al Señor, decidí orar y buscar su dirección. Fue entonces cuando el Señor tocó mi corazón.
Un día, mientras estaba de rodillas orando, sentí que el Señor estaba triste conmigo por haber dejado que mi corazón se inclinara hacia la búsqueda de seguidores en las redes sociales. El Espíritu Santo me trajo una convicción que antes no tenía: que no necesito recomendar nada para ser aceptada. Me recordó que ya tengo una misión, y es ser hija del Rey de Reyes.
Ya no me preocupa si tengo que enfrentar dificultades. Lo que deseo es tener la satisfacción de haber compartido la buena noticia del amor de Dios, tal como el Señor me lo ha encomendado (Hechos 20:24, TLAI).
No debes preocuparte por cómo te ve el mundo, si tienes que dejar esta tierra, si no tienes el aspecto físico perfecto, la piel más suave o el mayor número de seguidores en las redes. Estas cosas no deben robarte tu identidad.
En lugar de eso, busca la satisfacción de vivir para el Señor, de anunciar los principios de su reino y de amar a los demás. Preocúpate por agradar a aquel que te llamó a ser un soldado de Cristo.
Que tus redes sociales reflejen los principios del Señor, porque todo lo demás es efímero, pero la palabra del Señor perdura para siempre. Dios te bendiga y te guarde.