A veces me encuentro pensando en cómo solía buscar cosas externas para llenar esos vacíos que sentía por dentro. Ya sabes, esas veces en las que crees que si solo tuvieras eso, entonces estaríamos bien, completos, en paz. Puede ser éxito, relaciones, reconocimiento… Pero la verdad es que, desde que puse mi fe en Jesús, entendí algo increíble: ya no necesito buscar fuera lo que Él ya ha puesto dentro de mí.
Es como si, de repente, me hubiera dado cuenta de que la plenitud que tanto anhelaba no dependía de lo que el mundo me ofrecía, sino de lo que Cristo ya me ha dado. Y lo mejor de todo es que no tuve que ganarlo o merecerlo. Solo fue cuestión de darme cuenta de que Su obra en mí ya está terminada. Todo lo que solía buscar para sentirme bien o en paz, ya lo tengo en Él.
Me ha renovado, completamente. Mi espíritu, mi alma y mi cuerpo ya no tengo que correr detrás de las cosas que alguna vez pensé que me iban a dar identidad o valor. Él me ha hecho nueva, me ha dado Su paz y Su amor de una forma tan completa, que ya no siento esa falta. Ahora entiendo que vivir desde Cristo es vivir desde una realidad en la que todo lo que necesito ya lo tengo.
Y sí, claro, a veces las circunstancias no son las mejores. A veces la vida trae desafíos o momentos difíciles, pero incluso ahí, cuando miro hacia adentro, a lo que Él ya hizo en mí, encuentro una paz que no tiene sentido desde una perspectiva humana, pero que es real. Es como si Su amor me cubriera completamente, recordándome que, pase lo que pase, ya estoy completa en Él.
Es liberador, ¿sabes? Ya no tengo que demostrar nada, ni a mí misma ni a nadie. Vivir desde esa plenitud me permite disfrutar de cada día sin cargar con la presión de «tener» o «ser» algo que no soy. Mi identidad está en Cristo, y eso cambia todo. De repente, me doy cuenta de que ya no busco validación en lo externo, porque todo lo que soy y todo lo que necesito ya lo tengo en Él.
Es una vida diferente. Una vida en la que, aunque las cosas alrededor cambien, la seguridad y la paz en mí permanecen, porque no están basadas en lo que sucede afuera, sino en lo que Cristo ya hizo dentro de mí.
Te invito a que también puedas experimentar esta vida abundante que solo se obtiene al poner tu fe en Cristo. Si eres de las que busca afuera lo que solo Él puede ofrecer, te animo a que abras tu corazón y recibas Su amor.
con Amor.